lunes, 30 de julio de 2012

María Auxiliadora, 100 años en Chalchuapa Pt. 1


El que permanece unido a mí, produce mucho fruto…

La semilla del carisma salesiano llego a Chalchuapa hace cien años, en esta tierra ancestral enraizó, creció, fructifico, fue podado y pareció morir… Pero la Raíz era muy robusta, retoño y comenzó de nuevo a dar sus frutos, frutos variados, como variadas son las estaciones. Sabrosos frutos por que la raíz añeja nunca cambio…
Salvador Moran
Don Salvador Moran, reconocido ciudadano de Chalchuapa, conoció la labor educativa de las Hijas de María Auxiliadora en San Salvador, y estaba “Convencido de la confianza y buena reputación universal de que gozan todos los planteles o establecimientos regentados por las Hermanas”. Por eso se puso en contacto con la superiora Sor Giulia Gilardi a través de una serie de cartas para invitarlas a trabajar en Chalchuapa y establecer las condiciones de la nueva fundación.

Dirigiéndose a Sor Giulia el 24 de octubre de 1911 Don Salvador escribe: “Mucho me alegro que usted haya sabido interpretar los buenos deseos que me animan en cuanto a la fundación del Hospicio de Huérfanas de esta población…que redundarían en beneficio no solo de la clase acomodada de esta sociedad, sino también de todos aquellos desheredados de la fortuna…” pues como el mismo describe en la carta, solo le mueve el deseo de hacer bien a “todas aquellas creaturas que carecen de abrigo y sufren de hambre, de aquellas creaturas que no teniendo una mano protectora que las guie, están expuestas a ser ahogadas en el fango de los vicios; pido a la Santísima Virgen, que Ustedes hagan un esfuerzo y que en nombre de aquel Divino Mártir que es el protector de la inocencia, ustedes se resuelvan a aceptar la propuesta de la nueva fundación”

A lo que Sor Giulia gentilmente responde, animada por el carisma salesiano, en la carta del 31 de octubre del mismo año: “Tanto usted como yo tenemos el deseo de hacer el bien a esas criaturas. Yo pido a la Santísima Virgen y a su Hijo Divino que me ayude a mí y a Usted para que podamos de común acuerdo arreglar (estas situaciones) de tal manera que venga a ser pronto una consoladora realidad de la fundación del Hospicio de Huérfanas en Chalchuapa.”
Y así se preparo el terreno para la llegada de las FMA (Hijas de María Auxiliadora) a esta tierra sagrada de Chalchuapa.
Señora de Moran
La familia Moran preparó y acondiciono, una casa de su propiedad, ubicada en el sur occidente de la ciudad. Allá llevaron a las hermanas que acompañadas de Sor Giulia Gilardi llegaron procedentes de San Salvador.

La primera comunidad estuvo integrada por Sor Ermelinda Nervi como directora, Sor Josefina Guerra y Sor Anunziata Pace. Junto a ella colaboraron las Señoritas Basilia Pace con el trabajo domestico, Elizabeth Flores con la atención del Jardín de Infancia y Refugio Pubil que atendió primer grado.

El domingo 10 de enero del 1912 fue un día especial para la nueva comunidad pues el Señor Párroco, el Sacerdote Don Juan Serpa celebró la Santa Misa y dejo el Santísimo en la humilde y provisoria Capilla. Asistieron al acto Don Salvador Moran y su familia compartiendo este significativo momento.
Niñas que quedaron huérfanas a consecuencia del desbordamiento
del rio Pampe al nor-occidente de Chalchuapa.
El 15 de enero se acogieron en casa las 7 niñas que quedaron huérfanas a consecuencia del desbordamiento del rio Pampe (al nor-occidente de Chalchuapa) y a quienes Don Salvador quiso rescatar. Ese mismo día inicio la escuela con 15 niñas y 5 niños en el Jardín de Infancia, 14 niñas en primer grado y 7 niñas en segundo grado.

El Oratorio Festivo, alma de toda casa salesiana, se inicio el domingo 14 de enero con 15 jovencitas, 11 de las cuales pudieron hacer su Primera Comunión el 14 de abril del mismo año.

Destacados bienhechores de estos años fueron además de Don Salvador Moran, el Doctor Pedro David Díaz, quien en 1915 dono un terreno adyacente a la casa y Don Tomás Perdomo, también vecinos de Chalchuapa.
Alumnas, Maria Auxiliadora1937
Así los frutos germinaban con la audacia escondida y sacrificada de estas valientes Hijas de María Auxiliadora.
En 1924 se inscribió oficialmente el colegio con el nombre “Colegio María Auxiliadora” y funciono conjuntamente con el Hospicio Santa Rosa. Los frutos de la pequeña presencia eran ya conocidos en el país, y el 14 de febrero de 1926 las hermanas, alumnas,  internas y externas reciben la visita del Señor Presidente de la República Dr, Alfonso Quiñonez Molina, a quien se le ofreció un patriótico saludo.

La vida crecía y en enero de 1927 se sistematizaron los trabajos de adaptación del hospicio independiente del Colegio, para dar un mejor servicio educativo a las niñas. Siempre su bien fue el motivo de la esmerada atención que se prodigó en esta sencilla presencia salesiana. Como era habitual, no se contaba con el capital necesario para los trabajos, pero la confianza en la ayuda oportuna y generosa de Dios Providente fue el impulso para realizar el proyecto.


Viva Chalchuapa agradece enormemente a Sor María Evelyn Arango, por proporcionar las fotos e información de este post; y abrirnos las puertas de la Obra de María Auxiliadora permitiéndonos conocer su historia, sus valores, y principalmente el fervor y amor a María Auxiliadora.

martes, 17 de julio de 2012

Historias, Relatos, Mitos y Leyendas: La Vieja Tamalera


Imagen tomada a finales del año 2011, un padre jugaba con su hijo contándole
 la leyenda de la Vieja Tamalera, mientras tenia puesta una mascara y seguía al pequeño.


Era de madrugada, cuando Jose, después de haberse tomado unas copas en una fiesta decidió atravesar el camino de la laguna, para llegar más rápido a su casa en una colonia alrededor de esta; la noche estaba muy oscura, pero tras los arboles se podía ver que alguien había encendido un fuego dentro de una cueva, probablemente para cocinar o calentarse;  Jose al acercarse más a la cueva comenzó a percibir un olor a tamales; el aroma era tal y tan fuerte, que despertó el hambre de Jose, por lo que decidió acercarse y comprar uno o dos tamales para desayunar, pero cuando iba cerca solo logro ver a una señora, con su espalda encorvada y que llevaba a cuestas una pesada olla, al ver que la señora se iba, comenzó a gritarle que quería tamales, pero esta no le escucho, siguió su camino a través de la noche con la olla apoyada en su cabeza, caminando e ignorando los gritos de Jose.

Pasaron los días, y Jose les conto a sus amigos que la vieja tamalera de la cueva de la laguna que no le quiso vender los tamales;  entonces le comentaron que algunas veces que ellos iban a pescar en la noche también veían a la vieja tamalera, saliendo de la misma cueva, caminando entre los árboles y los matorrales, pero que nunca les había querido vender, siempre los ignoraba y nunca la habían podido alcanzar para comprarle, es como si la vieja desapareciera a medio camino, solo quedaba el rico olor de los tamales que hacían que a cualquiera le diera hambre. Por lo que decidieron ir un día en la noche, antes que la vieja tamalera saliera de la cueva y poderle comprar sus tamales en ese lugar.

Así fue, Jose y algunos de sus amigos fueron a pescar de noche a la laguna, se quedaron cerca de la cueva, de repente vieron que se encendió el fuego dentro de la cueva y decidieron ir a buscar a la vieja para que les vendiera unos tamales, caminaron entre las piedras y el monte hasta llegar a la cueva y ahí estaba ella, algo regordeta, de estatura pequeña con su espalda encorvada, meneando al olla que contenía los tamales;  la saludaron cortésmente “Buenas noches señora, nos puede vender unos tamales”, la vieja tamalera siguió meneando la olla, sin voltearlos a ver, “siéntense”,  les contesto, “ya van a salir unos”; y así se sentaron en unas piedras alrededor de la cueva, uno a uno la vieja les comenzó a servir los tamales en sus hojas de huerta, olían tan rico que comenzaron a comerlos con mucha prisa; el rico sabor de la masa que se desasía en sus bocas, cambio de repente, uno de ellos sintió el sabor como de algo podrido; luego, José también lo sintió, y comenzaron a decir, esta carne esta podrida, no sirve, exaltados se dirigieron a la olla donde estaban los tamales,  cada uno sintió un gran temor, la piel se les erizo repentinamente al ver que en la olla habían restos humanos, una calavera, una mano; “los tamales eran de muerto” gritaron, en ese momento la vieja tamalera soltó un tenebroso grito que resonó en toda la laguna, y dejo ver su rostro pálido y desfigurado con una sonrisa que provocaba un miedo terrible, nadie sabe si esta vieja es un fantasma o alguna bruja. Lo cierto es que a veces aun hay noches en las que al pasar por las calles cerca de la entrada de la laguna se escucha un tenebroso grito y los que frecuentan la laguna ven el fuego dentro de la cueva y sienten un rico olor a tamales, pero nadie se atreve a querer comprobar la historia.

Marko.

Historias, Relatos, Mitos y Leyendas: Los Enamorados De La Laguna



Une hermosa tarde, en la que las aves que habitaban la laguna deleitaban con su canto a una joven pareja; sentados a la orilla se dejaban acariciar por la suave brisa que pasa entre los árboles que los rodean; se trataba de una linda princesa de la tribu que pobló estas tierras hace muchos años, con hermosos ojos negros al igual que su cabello, de piel morena y una sonrisa que iluminaba su camino; eran muchos los que apreciaban su hermosura, pero había alguien quien había decidido entregarle su corazón a ella;  él era un humilde indiecito que se dedicaba a tareas sencillas, y poco a poco fue ganándose la simpatía de la princesa, por lo que todos los días se encontraban en este mismo lugar, a las orillas de la laguna, ahí platicaban y compartían alegremente, aunque esto lo hacían a escondidas del Cacique, quien era el padre de la princesa; ya que él estaba en contra que su hija se enamorara de un plebeyo; por esta razón, tanto la princesa como el indiecito hacían constantes ofrendas a sus dioses, para que los favorecieran con el permiso del Cacique para poder estar juntos.

Pero estas ofrendas y sus ruegos parecían no tener eco en aquellas divinidades, ya que el cacique castigaba constantemente a su hija, prohibiéndole que se viera con aquel humilde indiecito, y a este lo comenzó a perseguir, con el único fin de impedir aquella relación; debido a esto el indiecito tuvo que alejarse de ella; pero en cada uno no obstante las limitaciones el amor crecía, pero al igual su tristeza al no poder estar juntos.

Un día, al ya no saber nada de su amado; la joven princesa decidió enfrentar a su padre y decirle que ella quería ser esposa del indiecito, de esta manera, ya no lo perseguirían mas; pero  el Cacique se negó rotundamente, le dijo que esa relación no tenía por qué ser, que ella era una princesa, nada tenía que ver con el humilde indiecito, ya que los dioses enviarían a un príncipe de otra tribu para que fuera su esposo, y  así crecería el poderío de Chalchuapa; la princesa y el cacique guardaron silencio un minuto; luego él le dijo que además sus guardias  habían matado al indiecito hace días cuando el trataba de huir, esto, le rompió el corazón a la joven princesa, ella no sabía qué hacer en ese momento, no aguantaba el dolor y el enojo por lo que su padre la había dicho, pero igual, lo tenía que respetar y no le quedo más que salir corriendo; el cacique no la siguió, dejo que corriera; ella se dirigió a la laguna, el lugar en donde fue tan feliz con su amado, y el único lugar en el que sus lagrimas parecerían pequeñas; se quedo ahí, sentada llorando a la orilla de las aguas en donde caían sus lagrimas; ahí paso toda la noche.

Al día siguiente el cacique mando a traer a su hija; pero su sorpresa fue grande y devastadora,  nunca se imagino que la encontrarían muerta a la orilla de la laguna, con sus manos a la altura de su corazón roto; “murió de tristeza” mencionaban los ancianos de la aldea, todos estaban tristes, mujeres, niños, todos; a los días del fallecimiento de la princesa el humilde indiecito logro regresar a Chalchuapa, lo primero que paso por su mente al enterarse de tan trágico desenlace  fue ir a la laguna; se interno en sus aguas y justo en el medio de estas rogo a los dioses se lo llevaran para estar siempre junto a su amada; en ese momento las aguas de la laguna comenzaron a turbiarse, pareciera que todas las lagrimas derramadas por la princesa cubrieran la superficie de la laguna, repentinamente estas se tragaron al indiecito.-  Así contestaron los dioses su ruegos; les permitieron estar juntos por siempre en el mas allá en donde nadie los molestaría; es por eso que desde ese entonces las parejas enamoradas suelen ir a caminar a la orilla de la laguna, como un santuario en el cual tanto la princesa como el indiecito cuidaran de ellos, y si vemos por las tardes que las aguas comienzan a turbiarse, muchos dicen que es el recuerdo de las lagrimas de la princesa.

Marko

jueves, 5 de julio de 2012

Historias, Relatos, Mitos y Leyendas: El Justo Juez de la Noche


Esta leyenda es la primera de una serie que espero poder compartir con todos ustedes; algunas me las contaron desde pequeño, otras las he escuchado o leído hace poco tiempo, pero todas han sido parte de nuestra cultura, no solo como Salvadoreños, si no también como Chalchuapanecos; decidí comenzar con una de las leyendas que mas me gustan, en la versión de un notable Chalchuapaneco, el profesor Josè Humberto Menèndez, publicada en "El Libro del Pueblo"

Sello postal de la serie emitida por la Direccion General de Correos
en el año 2004 "Leyendas de El Salvador"

Por las viejas calles del pueblo y por los caminos vecinales de los alrededores, en aquellas noches cuando la luna cubre con su velo la luz del valle de Chalchuapa, suele verse a lo lejos la elegante y gigantesca figura del JUSTO JUEZ DE LA NOCHE, una sombra semitransparente que parece flotar sobre las negras crestas de los árboles y hacer cosquillas con la larga copa de su sombrero en el vientre luminoso de las estrellas, que adornan el oscuro biombo del cielo; luciendo su impecable frac color negro y sobre su cabeza una chistera de similar color.

Va saltando de cerro en cerro, dando pasos de a kilometro, pasando ríos y barrancos, reflejando por la acción de la luna su gigantesca sombra sobre la espalda inmensa de la llanura. El silencio es el señor de la noche, solo se escucha de cuando en vez, el grito de los cocuyos amparados a los troncos y el croar de las ranas en los chagϋites de los zacatales. No le temas, no es un emisario del mal, es un enviado de los duendes tutelares de la noche para velar por que la quietud de la noche impere sobre el pueblo que duerme y ahuyentar con su gigantesca figura, que sobrepasa lo cerros,  a los duendes burlescos que vagan amparados por las sombras de la noche, o los brujos que convertidos en tuncos, micos o monos, vagan amparados vagan por los campos, amparados por las sombras irrumpiendo silenciosos en los amplios patios campesinos, para robar impunemente , según ellos, en los gallineros y los corrales, sin saber que a la vuelta del camino les espera la Némesis de los malvados, el defensor de los buenos, el coloso de las sombras, el Justo Juez de la Noche.

Prof. Jose Humberto Menéndez