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Imagen tomada a finales del año 2011, un padre jugaba con su hijo contándole la leyenda de la Vieja Tamalera, mientras tenia puesta una mascara y seguía al pequeño. |
Era
de madrugada, cuando Jose, después de haberse tomado unas copas en una fiesta
decidió atravesar el camino de la laguna, para llegar más rápido a su casa en
una colonia alrededor de esta; la noche estaba muy oscura, pero tras los arboles
se podía ver que alguien había encendido un fuego dentro de una cueva,
probablemente para cocinar o calentarse;
Jose al acercarse más a la cueva comenzó a percibir un olor a tamales;
el aroma era tal y tan fuerte, que despertó el hambre de Jose, por lo que
decidió acercarse y comprar uno o dos tamales para desayunar, pero cuando iba
cerca solo logro ver a una señora, con su espalda encorvada y que llevaba a
cuestas una pesada olla, al ver que la señora se iba, comenzó a gritarle que
quería tamales, pero esta no le escucho, siguió su camino a través de la noche
con la olla apoyada en su cabeza, caminando e ignorando los gritos de Jose.
Pasaron
los días, y Jose les conto a sus amigos que la vieja tamalera de la cueva de la
laguna que no le quiso vender los tamales; entonces le comentaron que algunas veces que
ellos iban a pescar en la noche también veían a la vieja tamalera, saliendo de
la misma cueva, caminando entre los árboles y los matorrales, pero que nunca
les había querido vender, siempre los ignoraba y nunca la habían podido
alcanzar para comprarle, es como si la vieja desapareciera a medio camino, solo
quedaba el rico olor de los tamales que hacían que a cualquiera le diera
hambre. Por lo que decidieron ir un día en la noche, antes que la vieja
tamalera saliera de la cueva y poderle comprar sus tamales en ese lugar.
Así
fue, Jose y algunos de sus amigos fueron a pescar de noche a la laguna, se
quedaron cerca de la cueva, de repente vieron que se encendió el fuego dentro
de la cueva y decidieron ir a buscar a la vieja para que les vendiera unos
tamales, caminaron entre las piedras y el monte hasta llegar a la cueva y ahí
estaba ella, algo regordeta, de estatura pequeña con su espalda encorvada,
meneando al olla que contenía los tamales;
la saludaron cortésmente “Buenas noches señora, nos puede vender unos
tamales”, la vieja tamalera siguió meneando la olla, sin voltearlos a ver,
“siéntense”, les contesto, “ya van a
salir unos”; y así se sentaron en unas piedras alrededor de la cueva, uno a uno
la vieja les comenzó a servir los tamales en sus hojas de huerta, olían tan
rico que comenzaron a comerlos con mucha prisa; el rico sabor de la masa que se
desasía en sus bocas, cambio de repente, uno de ellos sintió el sabor como de
algo podrido; luego, José también lo sintió, y comenzaron a decir, esta carne
esta podrida, no sirve, exaltados se dirigieron a la olla donde estaban los
tamales, cada uno sintió un gran temor,
la piel se les erizo repentinamente al ver que en la olla habían restos
humanos, una calavera, una mano; “los tamales eran de muerto” gritaron, en ese momento
la vieja tamalera soltó un tenebroso grito que resonó en toda la laguna, y dejo
ver su rostro pálido y desfigurado con una sonrisa que provocaba un miedo
terrible, nadie sabe si esta vieja es un fantasma o alguna bruja. Lo cierto es
que a veces aun hay noches en las que al pasar por las calles cerca de la
entrada de la laguna se escucha un tenebroso grito y los que frecuentan la
laguna ven el fuego dentro de la cueva y sienten un rico olor a tamales, pero
nadie se atreve a querer comprobar la historia.
Marko.