Une
hermosa tarde, en la que las aves que habitaban la laguna deleitaban con su canto a
una joven pareja; sentados a la orilla se dejaban acariciar por la suave brisa
que pasa entre los árboles que los rodean; se trataba de una linda princesa de
la tribu que pobló estas tierras hace muchos años, con hermosos ojos negros al
igual que su cabello, de piel morena y una sonrisa que iluminaba su camino;
eran muchos los que apreciaban su hermosura, pero había alguien quien había decidido
entregarle su corazón a ella; él era un humilde
indiecito que se dedicaba a tareas sencillas, y poco a poco fue ganándose la
simpatía de la princesa, por lo que todos los días se encontraban en este mismo
lugar, a las orillas de la laguna, ahí platicaban y compartían alegremente,
aunque esto lo hacían a escondidas del Cacique, quien era el padre de la
princesa; ya que él estaba en contra que su hija se enamorara de un plebeyo;
por esta razón, tanto la princesa como el indiecito hacían constantes ofrendas
a sus dioses, para que los favorecieran con el permiso del Cacique para poder
estar juntos.
Pero
estas ofrendas y sus ruegos parecían no tener eco en aquellas divinidades, ya
que el cacique castigaba constantemente a su hija, prohibiéndole que se viera
con aquel humilde indiecito, y a este lo comenzó a perseguir, con el único fin
de impedir aquella relación; debido a esto el indiecito tuvo que alejarse de
ella; pero en cada uno no obstante las limitaciones el amor crecía, pero al
igual su tristeza al no poder estar juntos.
Un día,
al ya no saber nada de su amado; la joven princesa decidió enfrentar a su padre
y decirle que ella quería ser esposa del indiecito, de esta manera, ya no lo
perseguirían mas; pero el Cacique se
negó rotundamente, le dijo que esa relación no tenía por qué ser, que ella era
una princesa, nada tenía que ver con el humilde indiecito, ya que los dioses
enviarían a un príncipe de otra tribu para que fuera su esposo, y así crecería el poderío de Chalchuapa; la
princesa y el cacique guardaron silencio un minuto; luego él le dijo que además
sus guardias habían matado al indiecito
hace días cuando el trataba de huir, esto, le rompió el corazón a la joven
princesa, ella no sabía qué hacer en ese momento, no aguantaba el dolor y el
enojo por lo que su padre la había dicho, pero igual, lo tenía que respetar y
no le quedo más que salir corriendo; el cacique no la siguió, dejo que
corriera; ella se dirigió a la laguna, el lugar en donde fue tan feliz con su
amado, y el único lugar en el que sus lagrimas parecerían pequeñas; se quedo
ahí, sentada llorando a la orilla de las aguas en donde caían sus lagrimas; ahí
paso toda la noche.
Al día
siguiente el cacique mando a traer a su hija; pero su sorpresa fue grande y
devastadora, nunca se imagino que la
encontrarían muerta a la orilla de la laguna, con sus manos a la altura de su
corazón roto; “murió de tristeza” mencionaban los ancianos de la aldea, todos
estaban tristes, mujeres, niños, todos; a los días del fallecimiento de la
princesa el humilde indiecito logro regresar a Chalchuapa, lo primero que paso
por su mente al enterarse de tan trágico desenlace fue ir a la laguna; se interno en sus aguas y
justo en el medio de estas rogo a los dioses se lo llevaran para estar siempre
junto a su amada; en ese momento las aguas de la laguna comenzaron a turbiarse,
pareciera que todas las lagrimas derramadas por la princesa cubrieran la
superficie de la laguna, repentinamente estas se tragaron al indiecito.- Así contestaron los dioses su ruegos; les
permitieron estar juntos por siempre en el mas allá en donde nadie los
molestaría; es por eso que desde ese entonces las parejas enamoradas suelen ir
a caminar a la orilla de la laguna, como un santuario en el cual tanto la
princesa como el indiecito cuidaran de ellos, y si vemos por las tardes que las
aguas comienzan a turbiarse, muchos dicen que es el recuerdo de las lagrimas de
la princesa.
Marko
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